jueves, 22 de agosto de 2013

TRANSITANDO ENTRE BARRERAS, En Tlatelolco

Algunas rampas están obstruidas, en este caso,
por una señal. Enfrente del Edificio Niños Héroes,
segunda sección.



Por Daniel Arellano Mora

Hace unos días mi hermano me dio una nota del periódico “Ponerse en las ruedas del otro” de Alfredo Peñuelas Rivas -El Financiero, Secc. Sociedad, pág. 24-25, 9 de mayo 2013- por cierto quiero agradecerle; es algo que desde hace mucho tiempo tiene a bien compartirme artículos de mi interés o por el simple hecho de compartir, y ésta fue de ambas.

La presente, pues, es referente a la experiencia que tuvo, el reportero, al salir a la calle en silla de ruedas en un "experimento vivencial" y desplazarse por la colonia Roma -donde él vive- y se encontró para su sorpresa que a pesar de su buena condición física, se percató que el manejo de la silla, no es algo sencillo. Por lo que: “ponerse en las ruedas del otro” -como él menciona- no es cosa fácil porque cruzar una calle en la zona peatonal sin que ningún auto invada las banquetas; algunas con rampa de acceso y otras no, como en avenidas en las que la única opción es cruzar por un puente peatonal, y, ¿cómo subir esos escalones?

Aquí es donde me pregunto. ¿Qué pasa con los adultos mayores? Porque el problema está expuesto al extremo en una persona en silla de ruedas pero en general el transitar en las calles del Distrito Federal no es tan fácil.

En fin la lista de trabas que encuentra –Alfredo Peñuelas- es larga; por ejemplo: coladeras sin tapa, banquetas levantadas por las raíces de árboles, banquetas angostas -donde la silla no cabe- y la única opción es transitar por la vía vehicular, postes en la entrada de estacionamientos, rampas invadidas por autos, banquetas con piso de adoquín donde transitar por ahí es un gran zangoloteo. Y por otra parte, cuando la gente es solidaria pero no sabe cómo ayudar.

Terminando de leer la nota, mi hermano me pregunta: ¿Cómo ves esta misma problemática en Tlatelolco?

Y, a la velocidad de la luz, mi mente me pasó por todos mis recuerdos de la infancia y a un sin fin de ideas que se hilan a esta situación de la silla de ruedas.

¿Por qué se detuvo a preguntar mi hermano? Bueno les menciono, soy Terapeuta Físico, egresado del antiguo Instituto Nacional de Medicina de Rehabilitación. Parte de mi labor es enseñarle al paciente el uso de la silla de ruedas y este tema es tan amplio.

Primero mencionaré, todas esas dificultades a las que se enfrentó el autor Alfredo Peñuelas, con las llamadas "barreras arquitectónicas" y para sorpresa, las citadas dificultades, sólo son algunas de tantas. Existen diferentes tipos de sillas y éstas se prescriben dependiendo de las características físicas del paciente, del tipo de lesión, y de ser posible una que sea acorde al medio geográfico donde habita, o por lo menos esa es la teoría.

Recuerdo el día que llegó una paciente indignada por la noticia del Gobernador del Estado de Sonora que regaló, en un municipio de la Costa, cierto número de sillas de ruedas de plástico, sí de las típicas blancas de jardín o de aquellas usadas en algunas fondas, pero con ruedas. ¿Cómo es posible que obsequien esas cosas?, indignada la paciente, agregó: ¡¡es una grosería!! Con tal de ahorrarse unos pesos no compraron unas de "adeveras.”

Mi comentario fue: no sé si sea por esa causa que hayan dado esas sillas aunque concluyo que pueden ser las mejores para aquellas personas; son ligeras, de bajo costo para su mantenimiento y aunque usted no lo crea de mayor durabilidad para la zona donde habitan, pues las de metal o aluminio, con la humedad y salitre suelen oxidarse y romperse. Además ¿usted cree que es fácil manejar una silla de ruedas de metal de las de "adeveras", de las convencionales, por la arena de la playa?

Y ahora considero que mi opinión era correcta al leer a Peñuelas Rivas, no le fue fácil en su travesía. Y es que en verdad hay tanta falta de cultura o conocimiento sobre este tema y no se percata uno hasta estar en la necesidad, transitoria o permanente, en el uso de la silla, bien se dice: la gente tiene buenas intenciones de ayudar, pero poco sabemos el cómo.

En los centros comerciales donde cumplen con la norma de tener una rampa de acceso pero sin importar la ubicación e inclinación correcta.

En una ocasión, un señor en su silla, frente a la rampa con una inclinación de miedo, pensando como bajar y de pronto una voz de un joven preguntándole ¿le ayudo a bajar? La intención muy buena, la forma muy mala. Comenzó a bajarlo de frente, el señor puso una cara de angustia, terror; esperé e imaginé ver a qué hora se iba de boca o quedaba estampado en el auto estacionado al final de la rampa. Por mi parte claro, tarde muy tarde para decirle que debió bajarlo de espalda.

Crecí en Tlatelolco y ahora únicamente voy a visitar a mi familia. Cada vez, veo más deteriorada la Unidad -le comento a mi hermano- sucia, las jardineras cercanas a la escuela que saliendo de clases nos poníamos a jugar tochito o fut, ahora están sin podar el pasto y heces fecales de los perros por doquier, mala iluminación, los pocos juegos existentes están abandonados sin pintar y rotos

¿Por qué? Si ahora el Gobierno del Distrito Federal ha hecho la remodelación de parques y jardines con juegos de muy buena calidad y gimnasios al aire libre y luego se preguntan y lamentan de ser un país con mayor índice de niños con obesidad. Los caminos de los andadores con zanjas o el piso levantado por las obras de la CFE, diría mi abuelita: “componen una cosa y descomponen otra” y los pasos de las entradas de los edificios que sirven para cruzarlos, cerrados con rejas, éstas dos son nuestras principales barreras arquitectónicas creadas en todo Tlatelolco; donde alguien en silla de ruedas tendrá que rodear esos obstáculos o, definitivamente, el edificio.

Para retomar el punto de la pregunta, Tlatelolco es un conjunto habitacional que partiendo de la avenida de los Insurgentes en dirección a la calle de Guerrero representa pocas dificultades, al llegar y querer cruzar esta Avenida, cuenta con un puente peatonal (el puente de piedra) que tiene dos buenas opciones los escalones con buen ancho, largo y altura de escalón o la parte tipo rampa que cuenta con un rayado difícil para la subida pero bueno para el frenado de bajada.

Ya estando del lado de la segunda sección y en dirección al Eje Central encontramos una pequeña calle, Lerdo; cuenta con dos buenas zonas de paso una a la altura de la secundaria No. 83 casi en esquina a Flores Magón y la otra a la mitad del jardín La Pera, inclusive en esos dos pasos hay un tope para los autos pero para el peatón queda a un nivel de la banqueta, es continuo, el “pero” o nuestras barreras son unos postes amarillos y, estos, se colocaron porque ya les había dado a algunos autos meterse por ahí a la Unidad o uno que otro taxi de buen servicio de dejar al vecino hasta la puerta de su entrada ,,¡Jááá!, ¿Por qué no?

Estando en el Eje Central, para los residentes no es difícil pasar al otro lado justo hacia la zona arqueología, desde el lado oriente. Por ser una importante zona turística debería tener mejores accesos. Y para alguien en silla de ruedas tampoco debe representar angustia porque hay un puente a desnivel peatonal que nos permite pasar el Eje Lázaro Cárdenas – por medio del pasillo del denominado “Pórtico Antonio Caso”. Además cuenta con una amplia rampa de buena inclinación, “pero”, de nueva cuenta nos encontramos con nuestras barreras, lograr pasar sin peligro alguno entre los indebidamente autos estacionados desde la explanada -meramente peatonal- frente a la secundaria No. 16, hasta dicha rampa y del paso a desnivel, es un verdadero reto.

Pasado el desnivel, estamos en el pasillo que va a la Plaza de las Tres Culturas, representa un zangoloteo por el tipo de piso, “pero” no existe una rampa para bajar de la plancha de la Plaza, sólo existe una y de pésima inclinación enfrente del Archivo Diplomático e Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Y en nuestro andar hasta la Avenida Paseo de la Reforma, no dudo que encontremos algún buen vecino que ayude a las personas en silla de ruedas.

Para concluir hermano, considero que en Tlatelolco no son malos los accesos de tránsito peatonal -o para alguien en silla de ruedas- por eso vemos el ir y venir de los motociclistas particulares y de repartidores sin tantita pena; creyendo que los pasillos son de ellos y con la imprudencia de atropellar a quien sea.


 Peeeeero esaaaa… ¡¡es otra historia!!


La mayoría de las rampas, mal trazadas.
De la imagen, entre El Colegio de Santa Cruz y el Edificio
Chihuahua, tercera sección.



sábado, 17 de agosto de 2013

En Tlatelolco, PEATONES EN PELIGRO

Los repartidores han hecho del corredor peatonal su gran pista.



Invasión de motocicletas


Por Adrián Arellano Mora

Rápidos, furiosos y terriblemente peligrosos es como circulan infinidad de motociclistas a lo largo y ancho de la Unidad Tlatelolco, durante las 24 horas del día; incluso las mismas unidades de vigilancia motorizada incurren en esta negligencia. Aspecto preocupante que pone en peligro a la población de la tercera edad y la comunidad infantil.

Ante este fenómeno que amenaza con perpetuarse, es importante señalar que en el trazo original del Conjunto Urbano Tlatelolco se implementó, desde los años sesentas, el prototipo de corredor peatonal –incluyendo los andadores techados- más extenso y complejo elaborado en México. A este respecto, el ingeniero y arquitecto Carlos Ocampo señala en su artículo titulado “Arquitectos de México” –publicado en la revista GeoMundo, 1991- que: “La arquitectura es manifiesto y testimonio. Además también cumple con una misión elemental: dar albergue al hombre, protegerlo de las contingencias del medio ambiente, proveerlo de un sitio para el cumplimiento de sus rituales”.

Lo que ahora los capitalinos pueden gozar del uso peatonal de las calles del Centro Histórico, los tlatelolcas lo hemos disfrutado y valorado desde 49 años, pero ahora su objetivo arquitectónico y urbanístico se ve alterado, principalmente, por la presencia indebida y peligrosa de los motociclistas.

Aunado a este fenómeno que aqueja, desde varios años, a los habitantes de la Ciudad de México basta mencionar que en la edición del periódico Milenio, con fecha de noviembre de 2011, publicó el reportaje denominado “Alertan por boom de motociclistas en el DF/ El número de estos vehículos paso de 300 mil unidades a un millón 200 en 10 años; son riesgo para la ciudad por inseguras y contaminantes, alerta el Centro de Transporte Sustentable”; cuyos autores son: Axel Sánchez y Francisco Mejía. Y, en el mismo se destaca lo siguientes puntos:

1.  Adriana Lobo, Directora Ejecutiva del Centro de Transporte Sustentable de México AC, señaló que si en México no se regula el uso de la motocicleta como transporte privado y público, se tendrá igual número de muertos por accidentes que en Brasil (2 mil 899 en 2009) y Colombia (2 mil 200 promedio anual)

2.  El uso indiscriminado de la motocicleta, tanto a nivel particular o como transporte público y de carga; y

3.  Los gobiernos municipales y en el caso del Distrito Federal, las Delegaciones, se encargarán de extender permisos para su circulación, así que las autoridades deben normar su circulación.

Un ejemplo de estos percances se registró en Tlatelolco en enero del 2012, en el puente vehicular de la Av. Ricardo Flores Magón e Insurgentes, en donde el motociclista además de no llevar el casco reglamentario, este, conducía en exceso de velocidad lo que conllevó su caída estrepitosa, así mismo, la circulación se vio afectada durante tres horas. Infortunadamente esta clase de motociclista, en algunos casos, es la que llega a introducirse en las tres secciones de Tlatelolco.

Ante esta anomalía es urgente que el Gobierno del Distrito Federal y la Autoridad del Espacio Público, tome medidas para recuperar el carácter cien por ciento peatonal de Tlatelolco, y a su vez, evitar que aquí se convierta en una incontrolable mega pista vehicular. Y, como una medida, se instalen bolardos o mojones en puntos estratégicos para atajar su presencia en zonas peatonales y espacios abiertos; como en el caso del paso a desnivel peatonal, zona escolar  -escuela secundaria 16, turno matutino, Pedro Díaz, - y un área de juego infantil, que se encuentra en el lado oriente del Eje Central Lázaro Cárdenas, número 302.

 Es necesario devolver el derecho de movilidad al viadante en esta zona de Tlatelolco – pionera en este aspecto- como el establecido recientemente en el Centro Histórico y la Alameda Central.


Familias han elegido dicho transporte sin la debida precaución. 

viernes, 16 de agosto de 2013

“Memín Pinguín”, ícono del comic mexicano

Es ya un feliz setentón


  • u  Para conmemorar el aniversario del personaje se realiza una exposición en Hidalgo, Estado natal de uno de los dibujantes de la otrora popular historieta

    u  Uno de los éxitos editoriales del emporio forjado por Yolanda Vargas Dulché, creadora de otras historietas de gran tiraje como “Lagrimas y Risas”

    u  A través de “Memín” se reforzaban valores como la amistad y la unión familiar

    u  “Ernestillo”, “Carlangas” y “Ricardo”, los amigos inseparables del simpático negrito
      
Por Rubén García Cruz

El nombre de Yolanda Vargas Dulché está ligado de manera importante al largo historial del cómic mexicano, fundadora de uno de los emporios editoriales con gran proyección en América Latina, a través de una serie de personajes que engalanaban sus variadas revistas que conformaron parte de la cultura popular del público que semana a semana adquiría sus publicaciones reflejando a través de sus historias el modo de ser del mexicano.

“María Isabel”, “Yesenia”, “Rubí” y “Ladronzuela” son tan solo algunas de las creaciones de esta autora mexicana que también escribió para el teatro con obras como “Celos”, “La Solterona”, “Madres Puras” y “Ocho en París”.

Además, la directora, editora y autora de historietas llegó a obtener el premio Ariel de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas al mejor argumento original por "Cinco rostros de muer".

En realidad era una mujer muy versátil y creativa, desbordando talento por lo que incluso incursionó en la música integrando un dueto con su hermana Elba realizando giras por el país y el extranjero.

Originaria de la Ciudad de México, nació en 1925 y tuvo el orgullo de haber lanzado al mercado una de las más representativas propuestas del cómic mexicano.


Sin duda, nos referimos al entrañable personaje de “Memín Pinguín” que nació a la vida editorial a través de una serie de historias bajo el nombre de “Almas de Niño”, en 1943, antes de que finalmente el público lo identificara con el nombre del legendario “Memín Pinguín”, nombre de la revista en la que se hizo muy popular.

Un niño de color vivió a través de las páginas sepia de la revista una y mil aventuras al lado de sus amigos del alma: “Ernestillo”, “Carlangas” y “Ricardo”, un pequeño de clase rica que no tenía ningún impedimento para relacionarse con jovencitos pobres.

“Doña Eufrosina”, una mulata regordeta, era la madre del simpático personaje, quien a pesar de ser estricta con “Memín” era tierna y protectora inculcándole valores éticos, honestidad, con apego a su familia y responsable en su formación escolar.

“Memín Pinguín” fue creado en el lejano 1943, dibujado por Alberto Cabrera hasta 1953 y más adelante por Sixto Valencia desde 1962, dejando para la posteridad la imagen inolvidable del personaje que sigue vigente porque hace tan sólo unos años volvió a resurgir con la edición especial de un timbre postal, un verdadero afiche para coleccionistas.

Otros de los personajes creados por Vargas Dulché también fueron de gran éxito como “Memín”, alcanzando grandes tirajes y su impacto pasó de las páginas de las revistas a la televisión.
Fue así que “María Isabel”, “Yesenia” y “El Pecado de Oyuki”, que aparecieron en la revista “Lágrimas y Risas”, se convirtieron en telenovelas con las actuaciones estelares de actrices famosos como Silvia Pinal, Fanny Cano y Ana Martin que estuvieron muy a la altura del perfil de cada uno de los personajes.

Fue tal la aceptación de las versiones televisivas que además fueron llevadas a la pantalla grande, por lo que Yolanda Vargas Dulché consolidó su prestigio como editora y hoy sigue presente como toda una leyenda del cómic mexicano.


martes, 6 de agosto de 2013

DOS GUERREROS




DOS GUERREROS

Por Guadalupe Arellano Mora

¡En cuántas ocasiones habré deseado ser una crononauta para poder desplazarme en el tiempo y en el espacio a mi gusto! Visitar países y épocas históricas indistintamente.

Pero gracias a mis sueños “fumados” y un cúmulo de información que encontré, de momento vi mi deseo hecho realidad de alguna manera.

Resulta que en mis ires y venires por la Unidad, el pasado martes tropecé con una exposición de samuráis en la explanada del Metro Tlatelolco. Ahí estaban ocho de ellos; hechos de resina, bronce, aserrín, y arena de mar, entre otros materiales; otros 4 se pueden ver desde ahí mismo, pero subiendo la vista hacia el acceso del teatro 5 de Mayo.

Tenía cierto conocimiento de ellos, y de inmediato me remitió a los famosos Guerreros de Terracota. De inmediato mi instinto investigador se activó, así que me di a la tarea de averiguar más al respecto.

Pero ¡oh sorpresa! También encontré una nota periodística sobre el hallazgo de 49 osamentas en la zona arqueológica en el 2008. Era en sepulcro masivo de posibles guerreros aztecas muertos en combate contra el imperio español.

Gracias a la magia del internet, encontré varias fotos y bastante información sobre ambos guerreros; de diferentes épocas, aunque con la misma misión: defender su honor y el de su señor hasta la muerte. Guerreros fieros y disciplinados capaces de preferir su propia muerte antes que la deshonra.

Pasaban las horas y yo pegada a mi lap leyendo todo lo que iba encontrando a mi paso en la red de redes; hasta que me quedé profundamente dormida.

De repente, un sonoro maullido llama mi atención. ¿Serán los gatitos que merodean cerca del edificio? Me asomo a la ventana y no son ellos, ¡es Tigrillo! ¡Ya lo extrañaba! Sólo que para mi asombro, está parado junto a un dos grandes figuras que no logro distinguir del todo.

Me pregunto por qué habrá maullado tan fuerte mi gatuno preferido; bajo a averiguarlo. Con precaución me acerco y es cuando sorpresivamente me doy cuenta que las formas que no lograba ver bien son dos guerreros intercambiando palabras.

Uno de ellos ataviado con piel y plumas. Una cabeza de águila a modo de casco. El escudo que llevaba, denotaba su rango militar.

El otro, más “sofisticado” llevaba puesto un kimono de largas mangas, atado con un cinturón; encima una chaqueta de hombros prominentes; sandalias de madera, y por supuesto, a la cintura colgaban sus dos espadas reglamentarias: la Katana y el wakizashi.

Cual guerreros de élite que eran, hablaban sobre técnicas militares de guerra, cada uno con su experiencia aportaba nuevos elementos en la táctica de combate que estaban fraguando. O al menos eso era lo que más o menos entendía, ya que junto con Tigrillo me escondí en un arbusto que se encontraba cerca. Y como si en verdad supiera la situación que se estaba desarrollando ahí mismo, volteó a mirarme con su carita de “what?”.

Pasaron horas, durante las cuales el frío imperante no les impedía seguir planeando una perfecta estrategia militar.

¿Acaso nos encontrábamos en ese preciso momento histórico en el que una cruenta batalla decidiría la derrota mexica?

Pues seguiré con la duda, porque en ese instante, los dos líderes guerreros se dirigieron a una homogénea tropa que la oscuridad había escondido a nuestra vista; misma que no permitía distinguir con claridad quién era azteca y quién japonés. Sólo se percibía un ambiente tenso que se reflejaba en los rostros decididos de ambos personajes. Una fija decisión de combatir por un objetivo en común.

 Yo abracé a mi Tigrillo y es lo último que recuerdo. De nuevo despierto y su homónimo de peluche estaba frente a mi rostro mirándome tiernamente. ¿Él sabrá que sucedió después? (suspiro)

Espero de nuevo seguir soñando con este mismo tema y ver qué pasa con la historia que quedó inconclusa. Por lo mientras, iré a darme otra vuelta a ver con más detenimiento la exposición de Omar de Regil, “Samuráis”; sólo estará hasta el día 30 de este mes de julio.

¡Jai!