Por
José María Arellano Mora
Frecuentaba
ir a las fiestas de los santos patronos cercanos a Tlatelolco, tales como de la
iglesia de Los Ángeles, en la calle de Lerdo; de la iglesia de San Miguel,
enfrente de la Torre insignia e invariablemente la de Santiago. Ahora, acudí a
la Plaza de las Tres Culturas por la festividad del santo patrono.
El paisaje
de la Plaza de las Tres Culturas dista mucho del recordado, porque el panorama
urbano fue alterado. El edificio donde
estuvo la Voca 7 del Poli y luego, tras los trágicos sucesos del movimiento
estudiantil de 1968, se estableció el Hospital General de Zona número 27 del
IMSS, ahora ha sido demolido.
Plaza de las Tres Culturas, en los 60's. |
Años atrás,
no era común de reflexionar sobre los inmuebles en proceso de demolición o de
aquellos cayéndose de viejos, se hacía caso omiso.
Los
tiempos han cambiado, porque ahora el ciudadano común se preocupa por su
entorno. En este caso, que no se vaya a construir cerca de un conjunto
habitacional –como el de Unidad Tlatelolco- algo que impacte o afecte su seguridad
y tranquilidad; como podría ser la instalación de: un club nocturno, una
cantina o una gasolinera, por ejemplo.
Veamos.
Era común,
que por norma, se exhibiera –en lugar
visible- una placa; comúnmente de color rojo con franja en negro y letras en
blanco, cuya información versaba sobre el destino del inmueble. Así como el
número de oficio por el cual estaban sustentadas las obras a realizarse.
Ahora
parece innecesario informar, se efectúa como un hecho, ¿para qué hacerlo?, la normatividad no existe.
Si ahora
se pregona la participación ciudadana y de un trabajo en conjunto de
autoridades-ciudadanos. Entonces ¿Por qué, no se informó, de la demolición y
destino del predio, a los residentes tlatelolcas?.
Posteriormente
ante publicaciones y quejas ciudadanas, se esgrimieron argumentos técnicos para
derruir ese inmueble emblemático. Tal vez hubo razón, pero la forma de actuar
de las autoridades, para decidir demolerlo, da pie a ´”sospechosísimo”. Ese mismo sigilo se nota en el derrumbe del excine
Tlatelolco.
En ningún
caso han presentado el plan de obras. ¿Qué piensan edificar en esos lugares? Se
tiene que solicitar o exigir la información a las autoridades delegaciones porque,
por ellos mismos, no la proporcionarán, nadie o casi nadie de los vecinos lo
sabe. Sólo trascienden rumores.
Esa manera
tan soterrada de actuar me llevó irremediablemente a compararla con la trama de
especuladores inmobiliarios, de políticos sin escrúpulos y de personajes de
moral laxa de la película Broken
City, de reciente estreno en
México con el nombre de Ciudad
de Sombras.
El filme
de Allen Hughes nos habla de esas podredumbres intrínsecas al poder rector del
destino ciudadano. En plenas elecciones, un investigador privado descubre la venta
del Proyecto de Vivienda Village Bolton
por el mismísimo alcalde para su propio beneficio. Con la finalidad de construir edificios de oficinas, sin
importar dejar a cientos de personas pobres sin hogar. Toda una telaraña de
intereses creados con el trancazo inmobiliario como marco principal.
El público
estadunidense todavía se inquieta por esos casos de corrupción, en donde se
manejan contratos multimillonarios con grandes empresas de la construcción. Pero,
acá, en nuestra realidad, nuestros políticos buscan consolidar a sus huestes, con
el corporativismo que le dio resultado al PRI y ahora, el PRD copia, con
migajas.
¿Su oferta
es para brindar lugares para el ambulantaje? ¿No han visto cómo prolifera el
comercio informal a lo largo y ancho de la Unidad Tlatelolco? De ser cierto, el
edificio que albergó durante años el cine Tlatelolco será centro comercial,
seguramente a imagen y semejanza de la Plaza
Meave, llenado de vendedores ambulantes por el Gobierno del Distrito
Federal.
Todo
señala que ese tipo de comercios son el símbolo del orden y la modernidad para los gobernantes de la “Ciudad de la Esperanza” o la “Ciudad de Vanguardia”.
El Centro Mercantil, en los 70's. |
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