domingo, 5 de mayo de 2013

Hallazgo en Tlatelolco









4 OSAMENTAS
Se presume sean de mexicas

Por José María Arellano Mora*


Con su andar azaroso el anciano se dirige al sillón favorito para ver las noticias del día, con una taza de café y sus galletas favoritas, se sienta plácidamente; toma el control remoto y enciende el televisor, llegué a tiempo -se dice- .

La luz del televisor centellea en su rostro, al oír la noticia de importancia, su expresión se transforma ahora en sorpresa, ahora en angustia, su mirada esta fija y copiosamente, en su frente, se llena de hilillos de sudor, el anciano no daba crédito de la noticia…

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Son como las tres de la mañana, hace un frío soportable y entre las sombras de los arboles, se proyectan otras titubeantes y se alcanzan a ver a dos personas arrastrando un bulto grande hacia un pasillo en construcción. Con apuro se detienen, jadean y se miran entre sí -se comunican con las miradas- y confirman el lugar punto acordado.

Sacan el contenido del saco, las sombras se proyectan tenues y grotescas, gracias a la luminosidad de la Luna. Y entre los dos colocan el gran objeto a lo largo del pasillo.

Parece ser una ofrenda o manda, entre lo depositado van colocando vasijas de barro. Descansan, se miran entre sí y, a la vez, se persignan. Cubren el objeto con tierra y sobreponen piedras, pedazos de ladrillos y cascajo…

Una ráfaga de viento despide su rápida huida…

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…De sopetón recordó aquella madrugada, de su amigo y de la jura de no verse jamás. Su camarada regreso a su pueblo y hace diez años falleció. Por supuesto, no fue a su sepelio.

El reportero continuaba: …”El pasado miércoles 24 de abril, se hallaron cuatro osamentas en Tlatelolco, entre los edificios Mariano Escobedo y Ramón Corona en la Unidad Nonoalco Tlatelolco, la Comisión Federal de Electricidad, al estar excavando para instalar cableado se tropezó con restos humanos, notificaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) cuyo personal realizará estudios para determinar su origen…”.

Y conforme avanza el reportero con su nota desde el lugar del hallazgo, el anciano se va quedando gélido, totalmente inmóvil, sus ojos permanecen dirigidos hacia el televisor, testigo inexpresivo de la muerte de quien lo veía.

Así quedó el cuerpo inerte de quién nadie supo y, ahora nadie más, de lo sucedido en aquella madrugada, en algún lugar de Tlatelolco…

-Mira ese esqueleto, está casi a la superficie y se le ven alineadas las vertebras –comentó una señora que se asomó al lugar-.



* Diseñador gráfico.

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